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martes, 14 de octubre de 2008

LOS PROCEDIMIENTOS BÁSICOS PARA EFECTUAR UNA VENTA

LOS PROCEDIMIENTOS BÁSICOS PARA EFECTUAR UNA VENTA

Antes de lanzarse a la verdadera venta, hay que determinar si su pro­ducto satisfará las necesidades del cliente, para lo que debe hacer preguntas y escuchar lo que dice el cliente. Luego debe juzgar por sí mismo si el producto es apropiado y, en caso afir­mativo, seguir adelante. En caso contrario, ¿por qué perder tiempo y esfuerzo?. El cliente le respetará más si le dice que no cree que el producto sea adecuado para él, de modo que cuando aborde de nuevo a esa persona con algo que realmente necesite, se mostrará mucho más receptiva.
Suponiendo que el producto le parezca adecuado, siga ade­lante con su presentación, teniendo en cuenta que desea resaltar en qué medida las características del producto pueden ayudar a satisfacer las necesidades de la persona. Pero debe resaltar los beneficios, no las características. Implique al cliente todo lo que pueda, permitiéndole experimentar el producto con todos los sentidos que le sea posible. Por ejemplo, además de hablar debe mostrar el producto, de modo que la persona lo vea y oiga acer­ca de él, deje que lo toque y, si fuera apropiado. Que lo huela y lo saboree. Y si es posible permítale también utilizarlo.
Conserve en su mente un bosquejo aproximado de los pun­tos principales que desea tocar. Pero deje que la presentación fluya de forma espontánea, de acuerdo con las características de cada cliente. De este modo, su esfuerzo de venta no parecerá como algo «enlatado».
No se preocupe si se le olvida algo. Probablemente, el cliente nunca llegará a saberlo, puesto que usted es el experto en el pro­ducto. Además, la mayoría de la gente sólo recuerda entre el 10 y el 20 por ciento de lo que usted le diga, los expertos afirman que olvidamos aproximadamente el 80% de lo que oímos en un día y el 90% de toda una semana. Por lo tanto, si trata de cubrirlo todo es muy pro­bable que, de todos modos, el cliente no lo recuerde. Lo que mas probablemente recordará al cliente será el tema general de la presentación y su impresión de conjunto, positiva o negativa, hacia usted y el producto. Así pues, en lugar de intentar decir demasiadas cosas y sobrecargar al cliente con detalles excesivos, suele ser mucho más efectivo repetir unas pocas veces los puntos principales, porque la gente aprende a través del refuerzo (ra­zón por la cual se pasan una y otra vez los mismos anuncios comerciales), y las emociones ayudan a reforzar aún más el men­saje (razón por la que la mayoría de los mensajes comerciales tratan de apelar a los sentimientos de la gente mediante el esti­mulo de la excitación, el buen humor o los buenos sentimientos, de modo que les guste, o sientan que necesitan el producto).
Si el tiempo se lo permite, salpique la presentación con anéc­dotas, testimonios, demostraciones, fotografías, folletos en co­lor, cualquier cosa que haga que el producto parezca más vivo y convincente.
Permita algo de tiempo para las preguntas, ya sea durante la presentación o después. Pero no permita que demasiadas pre­guntas interrumpan el flujo de la presentación, ni se deje arras­trar hacia los detalles excesivos. Si le parece que son demasiadas pídale al cliente que reserve las preguntas para el final, y abar­que con rapidez los puntos menores.
Luego, presione para llegar a la conclusión de la venta. Si el cliente desea pensárselo, trate de superar cualquier pregunta que surja presionando para llegar a una decisión. Pero si, a pe­sar de ello, el cliente sigue queriendo tiempo para reflexionar, acuerde una nueva reunión con él si puede. O, al menos, deje la puerta abierta sugiriendo que lo llamará al cabo de unos días o una semana.
A veces, resaltar que se ofrece también una garantía de de­volución del dinero, ayuda a convencer a la persona para que lo pruebe ahora. Al fin y al cabo, si la persona está minimamente interesada, esa garantía ayudará a convencerla de que no tiene nada que perder intentándolo. También es mejor ofrecer una garantía antes que una muestra gratuita porque, de ese modo, la persona habrá hecho ya una inversión en el uso del producto. Es mucho decir que sí a una muestra gratuita sin preocuparse realmente por el producto que se le ofrece. Pero cuando alguien invierte dinero, incluso con una garantía de devolución del mis­mo, esa inversión constituye un incentivo añadido para probar lo que se ha comprado.
Finalmente, pida que le indique los nombres de otros posibles clientes. Al hacerlo, es mejor mencionar categorías de per­sonas que puedan estar interesadas en el producto. Eso ayuda a la gente a pensar en nombres y números de teléfono más fácil­mente que si se pregunta de una forma ambigua: «¿Conoce us­ted a alguien que...'?». En lugar de eso, pregunte por personas especificas, como si hay algún «vecino», «compañero de traba­jo», «miembros de un grupo» al que pertenezca el cliente y que puedan estar interesados. Luego, tras mencionar cada uno de los grupos, haga una pausa para darle al cliente la posibilidad de pensar. A continuación, si el cliente ofrece alguna sugerencia. Pídale inmediatamente las direcciones y números de teléfono. En caso contrario, resulta fácil olvidarlo. O quizá más tarde el cliente esté ocupado.
Si alguien le ofrece una referencia y usted también quiere crear una red de ventas, puede ser un buen momento para men­cionar las ventajas de formar parte de esa red, ya que entonces la referencia puede convertirse en el propio cliente de esa perso­na, en lugar del suyo. Si la persona en cuestión quisiera saber más al respecto, puede hablarle sobre las oportunidades de ne­gocio, o sugerir una reunión posterior para tratar sobre ello. Pero si la persona parece vacilante, no presione.
Simplemente, acepte su postura ya que no hay necesidad de alienarse a los clientes o los contactos mostrándose demasiado insistente en implicarlos más de lo que están dispuestos en estos momentos.
Una vez que haya concluido una venta, explique cómo efec­tuar pedidos adicionales si le parece que éstos son probables. Si las nuevas órdenes deben dirigirse a la empresa, explíquelo así. O si es usted el que suministrará el producto directamente a los clientes, invite a la persona a llamarle, o explíquele que usted mismo la llamará de vez en cuando para comprobar si necesita más del producto que acaba de venderle.

PEDID, y se os dará; BUSCAD, y hallaréis; LLAMAD, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, RECIBE; y el que busca, HALLA; y al que llama, se le ABRIRÁ. (Lucas 11: 9-10)
Que Dios te bendiga
abrasuempresa@gmail.com
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